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10 AÑOS, 10 HISTORIAS

Publicado el Martes 29 de Marzo, 2016

10 AÑOS, 10 HISTORIAS Hace un par de días llegó una invitación muy especial a mí correo, era de la escuela Quinoa, querían que compartiera con ustedes, en su décimo aniversario, unas palabras, y básicamente debía responder, en un lapso de 5 minutos dos preguntas:

1. ¿Qué significó para mi vida participar en la escuela Quinoa?
2. ¿Cuál es su proyecto de vida en la actualidad, que ha decidido hacer?

Honestamente no sé si me tome 5 minutos, trataré… Puesto que esas preguntas hacen que evalúe seriamente lo que he sido, lo que soy y lo que seré.

Iniciaré contando un poco sobre mi proceso, de ésta manera, las personas que lo desconozcan, comprenderán lo determinante que fue para mí y mi vida, mi paso por la Escuela Quinoa.

Recién cumplía 15 años, hacía parte del grupo de los adolescentes promedio que iban al colegio, hacían sus tareas y salían a compartir un rato con sus amigos del barrio, día a día la misma rutina, sin muchas variaciones… Por ese entonces, mi hermana, que en todo estaba y todo lo quería probar, ingresó dizque a estudiar programación en una escuela llamada Quinoa, jamás la vi programando una sola línea de código, pero era muy feliz diciendo que lo hacía, y que ella sea feliz, hace parte de mí felicidad.

Aún recuerdo que un medio día, ella llegó a la casa a almorzar, y en sus manos traía un libro llamado: “aprenda blender en 24 horas”, que por cierto no sé quién rayos le colocó ese nombre, yo llevo más de 8 años trabajando con ese software y aún desconozco muchísimas cosas; en esa charla cotidiana de almuerzo me comentó lo entusiasmada que estaba por aprender esa herramienta, también me habló de lo complejo que era, y de lo imposible de que yo lo hiciera, básicamente podría perder mi tiempo, o no era apta para hacerlo… Aun no comprendo por qué pensaría eso.

Decidí no hacerle caso, como en muchas cosas; y como en otras tantas, decidí seguirla, porque si ella se tira por un voladero, allá le caigo; ingresé a la Escuela Quinoa, allí conocí a dos seres fantásticos que me cambiaron el rumbo de la vida; uno de ellos, “Taravi”, un ser inspirador, un guerrero de sangre, un maestro, una persona que día a día enseña con el ejemplo y el trabajo duro; y el segundo ser, mi compañero de vida en los negocios, un hombre incansable, un soñador, un loco colérico que ya hace parte de mí camino “Julián” o “Semilla” el inspirador del inspirado, gracias a él, inicié en el mundo de las tres dimensiones, y me enamoré de su sueño, Arvirt, que hoy es muy mío también.

Ingresar a la escuela Quinoa conllevó a romper una serie de paradigmas, el día de hoy nombraré 3, lo más relevantes en mi proceso personal, académico, empresarial y emprendedor:

El primer paradigma roto fue: “El miedo a soñar”, entrar a un mundo donde las personas tenían por premisa de vida hacer lo que amaban, luchar por sus sueños, atravesar barreras, hacer cosas loquísimas, se salía de mi entendimiento ¿Cómo así que todo eso que veía en ellos, yo lo podía hacer? Me preguntaba, lo creía tan imposible para mí, hasta que un día, después de mucho tiempo, me vi sumergida allí, en esa fauna de seres extraordinarios, haciendo lo que ellos hacían de una manera tan natural y espontánea... Logré aterrarme.

En ese transitar me encontré con nuevos retos, y por supuesto, nuevos paradigmas por romper, el segundo de ellos fue: “El miedo a tropezar”, y desde ese entonces he caído tantas veces, que lo que más me aterra sería no seguir haciéndolo, porque cada golpe, cada rasguño, cada lágrima, me llena de razones para seguir en éste camino que es de valientes.

Y el tercer y último paradigma roto que nombraré esta noche es: “No cumplirle a mi niña interior” a esa niña que tiene los ojos grandes negros, fijos en el futuro, expectante de cosas nuevas, de nuevos retos, de nuevas aventuras, de nuevos aprendizajes, de nuevos paisajes, a esa niña no le puedo fallar, a esa niña no la puedo defraudar, por esa niña estoy dispuesta a romper todos los miedos que estén en mí cabeza; y hoy sé, gracias a Quinoa, gracias a ParqueSoft, gracias a su gente, gracias a todos los que han aportado en el camino, que el trabajo, la constancia, la disciplina, el amor, cumplen sueños, y en ese proceso estamos.

Todo lo anterior para responder la primera pregunta, ¿Qué significó para mi vida participar en la escuela Quinoa?: Conocer a un grupo de héroes, héroes anónimos que trabajan día a día confeccionan sueños, regalando alas, despejando el cielo para volar al mundo de lo desconocido y maravilloso que puede llegar a ser el emprendimiento, robando miedos y regalando certezas.

A la segunda pregunta, ¿Cuál es su proyecto de vida en la actualidad, que ha decidido hacer?, respondo, una vez se ingresa en éste mundo, no hay vuelta atrás, no hay otra opción, es seguir o seguir... y Arvirt continúa, creciendo, decreciendo, porque no es fácil, nadie dijo que lo era, pero tampoco nadie dijo que era de los caminos más largos, desgastantes, y a la vez satisfactorios que podrías decidir caminar.




Hoy por hoy llevamos más de 8 años de experiencias en el mercado, más de 2 años de constituidos, éste año empezamos a exportar, ya estamos vendiendo para Canadá, Ecuador y próximamente lo haremos para México; y aún sigo con la inquietud, mi hermana por qué habrá creído que yo no podía aprender esa herramienta... Quizás ella también le tenía miedo al hecho de soñar... Ahora ella hace parte de ese equipo que regala sueños, y estoy 100% segura que ya no dice NO; yo también hago parte de ese equipo, porque una de las reponsabilidad implícitas de recibir de eso que regala Quinoa, es devolverlo, y devolverlo con mucho amor, porque son vidas que están siendo tocadas y tranformadas.


Concluyo con una acción de gracias a éstos héroes, a éstos locos, porque para hacer lo que ellos hacen, no se puede ser normal... Han sido parte fundamental de mi camino, y lo seguirán siendo por el resto de mí vida, gracias totales, los amo profundamente, son la base de algo grande, no solo por mí y por mi empresa, sino por toda esa comunidad que han afectado de manera positiva, por decidirse a visibilizar a los menos afortunados, por decidirse a trabajar por ellos y para ellos, por decidirse a cumplir sueños, a dar oportunidades de vida, a crecer en medio de las sonrisas y los disgustos, a errar, a corregir y continuar... ¡GRACIAS!.
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